Siete

Empieza la canícula, los días más calurosos del año en los que debemos extremar precauciones para evitar golpes de calor o deshidrataciones. Durante 40 días las altas temperaturas y la escasez de lluvia pesaran inclementemente durante las sesiones de entrenamiento haciéndolas más agotadoras y dolorosas. Adaptarse al calor es uno de los elementos claves en la planeación de un Ironman como el de Cozumel. No es que el calor sea extremo durante noviembre, que es cuando se realiza el Ironman en la Isla; la temperatura máxima durante el evento oscila entre los 26 y los 29 grados centígrados, pero son 13 las horas que nos exponemos directamente al Sol, al fuerte viento y a la humedad;  pesan y juegan un papel relevante.

El fin de semana, sobre todo el sábado, la humedad y el calor me afectaron. La carrera del sábado, de 11 kilómetros, fue sufrida y sudada. En el kilómetro 8 sentí que me desvanecía, pero con agua, un breve descanso en la sombra y voluntad logré terminar la sesión.

Cansado, desmadejado y deshidratado, pero terminé…

El viernes había nadado 3.6 Kilómetros, la sesión más larga hasta ahora, y el domingo cerré la semana con una rodada hasta la entrada al Bioparque Estrella con regreso hasta “Las vacas”, adelante de Allende, para un total de 108 kilómetros.

Por cierto, durante el trayecto de ida, pasando Allende, sufrí una serie de agresiones por una parvada de inadaptados, automovilistas y motociclistas, que hicieron sentir su alto nivel de idiotez. Ofensas con el claxon, insultos a gritos, invasión temeraria y agresiva de mi carril, amenazas e intentos de intimidación fueron algunas de las acciones con las que esos cretinos querían hacerme entender que, cuando menos ese trecho de la carretera nacional, era una ruta exclusiva para que ellos sacaran a pasear su soberana estupidez. En fin, no hay bien sin mal, ni desafíos sin conflictos.

El próximo 27 de julio es la fecha límite para entregar el documento definitivo del TFM. A punto de cerrar el ciclo de más de dos años, contados a partir del momento en que vi por primera ocasión el anuncio de la Universidad de Salamanca en Facebook sobre el Master, me gustaría dejar constancia de lo que significó mi paso por las aulas virtuales de la Universidad de Salamanca: Privilegio, placer, dicha, redención, rescate, sanación.

Estudiar un Master en Escritura Creativa no te convierte en escritor, ni era esa mi pretensión. Siempre he tenido claro que no cuento ni con la vocación, ni la imaginación y me falta la pasión necesaria para escribir. Soy un lector que le gusta compartir sus lecturas. No siento por la actividad de escribir, necesidad, ese apetito, el deseo siempre insatisfecho que padezco por leer; digo, si experimentara ese interés, ese afán, esa ansiedad por escribir, sin duda lo consideraría. Pero nunca ha sido así.

Escribe Haruki Murakami en su ensayo autobiográfico “De qué hablo cuando hablo de escribir”: “Escribir novelas responde a una especie de mandato interior que te impulsa a hacerlo. Es pura perseverancia y resistencia, apoyado en un prolongado trabajo en solitario. Me atrevo a decir que son las cualidades y requisitos fundamentales de todo escritor profesional”. 

No acuso recibo de tal mandato. Esa fue una de mis razones para la elección del TFM. Un proyecto transmedia esta más alineado con mis conocimientos, experiencias y ambiciones que un trabajo sobre un género literario más convencional como la novela o el relato. Soy egresado de la Maestría de Comercio Electrónico (1999-2001) del ITESM y he trabajado años en la industria de las nuevas tecnologías de la información; incluso escribí una columna semanal durante más de quince años sobre el tema, en los periódicos del grupo Reforma, así que espero que en “El último Ironman” refleje algo de lo aprendido. 

Ya liberado de la presión del TFM, podré experimentar con otros géneros, que percibo me acomodan mejor, como la crónica periodística, diarios de viaje o incluso, la reseña literaria, que mira que hay buenos libros sobre deporte y deportistas; sumaremos plataformas digitales; seguiremos adquiriendo mayores habilidades y capacidades para filmar y editar Video y Fotografia; abriremos el canal en YouTube y la estación de Podcast en Spotify. Como señaló un visitante en el Grupo de FaceBook “El último Ironman”: aún falta mucho para Cozumel 2022.

Reconozco que cuando leí el comentario tuve un bajón en el ánimo. Me obligó a reflexionar lo que podría ocurrir en un periodo tan extenso, y que tan ocupado y preocupado por el tiempo limite para entregar el TFM, no había considerado. 

Me sentí un poco farsante al reflexionar sobre los potenciales efectos de anunciar con tanta anticipación un objetivo tan… tan aparatoso, presuntuoso, ostentoso como lo es el de finalizar un Ironman. Y es que para lograrlo, no basta con contar con aptitudes físicas. No, hace falta tiempo, libertad de horarios, dinero, estabilidad familiar, financiera y laboral y no cualquiera goza de esos privilegios.

Esa es la clase de declaraciones que atrae, genera, provoca malas vibras entre las personas aquejadas por el sentimiento de la envidia. No es el caso que menciono, ni ese el contexto en que se publicó el comentario, pero me inquietó. 

Invariablemente te encuentras expuesto a enfrentar hechos, situaciones y/o eventos fortuitos que impiden u obstaculizan que alcances tu objetivo. Vaya, ya he pasado por dos caídas de la bicicleta. Y las lesiones y enfermedades  asiduamente juegan un papel antagonista. Pero también puedes provocar sentimientos, actitudes y comportamientos hostiles en personas que padecen el éxito de los demás.

El uso de las redes sociales han tenido un fuerte impacto entre los envidiosos, que observan, entre fogonazos de celos y envidia, la aparente vida perfecta, colmada de supuestos logros de sus contactos. Y es que el sentimiento de inferioridad que sufren, les impide contextualizar que en las redes publicamos sólo aquello que queremos mostrar, comúnmente, la mejor parte de nuestras vidas.

La proximidad es un factor que incrementa sentimientos como la envidia. Se dice que la envidia del amigo puede resultar peor que el odio de tu enemigo, así que deberé tener cuidado del qué y cómo voy a comunicar los avances del   proyecto. La envidia es fuente inagotable de hostilidades que nos desgastan bregando para atajarlas o reducirlas. No debo ni deseo facilitar oportunidades para que los envidiosos se alegren y regodeen en caso de no alcanzar mi objetivo. 

Por cierto, el viernes leí un reportaje en el Times -un boletín en español de The New York Times- sobre las dificultades para conciliar el sueño. Aunque hablaba sobre la ansiedad que produce la pandemia, lo relacioné con los reportes que me envía mi Garmin, donde de manera cotidiana, señala la mediocre calidad de mi sueño.

Tanto monitoreo sobre tu estado físico puede resultar abrumador, y para que no afecte, debemos tomarlos con pinzas, cómo bien me lo señaló mi Coach Luis Hernández cuando le informé que había adquirido el Forerunner 945.  

“Ansiedad de vivir en el tiempo suspendido de la incertidumbre”, frase que capturó mi atención del reportaje del Times, aunque no sea la inquietud sobre la calidad de mi sueño lo que provoca mi desasosiego.

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