Nada, que teóricamente se trataba de descansar físicamente de manera lo más activa posible, no abandonar la publicación en El último Ironman. La realidad es que la semana pasada la aproveché para intentar aprender lo más que se pudiera acerca del Instagram, de Canvas, de edición de vídeo y le dediqué tiempo, y aún así, mis avances en el dominio de las herramientas son pequeñas para los requerimientos del proyecto. Compré cursos en Udemy.com para cada una de las herramientas, y los he estado cursando clase a clase, tema a tema, y ahí la llevo.
Aún no encuentro un flujo de trabajo que me funcione. Si no me falta una cosa, me sobra otra y los avances son lentos. La idea era que en cada curso, dependiendo del tema, realizara, a manera de ejemplo, una publicación para las redes, pero continuamente se me complica. Ya tomaré ritmo. Lo que sí quedó claro es que utilizar la herramienta de Canvas es fundamental. Hace un año me suscribí y le sacado poco provecho, salvo un chambón logo de Literati, mi Blog Literario, así que espero que desde ya, nomas concluyendo el curso, empiece a aprovecharlo más que pueda.
Hoy lunes 16 de agosto inicié la segunda etapa rumbo a Cozumel 2022. Constará de 20 semanas, y tendré que ser muy flexible con el programa, pues la pandemia no cede; la tercera ola obligó a las autoridades del Estado a restringir de nuevo nuestra la vida, y dónde más me golpeó es con en el cierre de los parques. La Huasteca y Chipinque se encuentran cerrados, y el gimnasio, con todo y alberca, más restringido. La pandemia es el enemigo más encarnizado al que nos hemos enfrentado como sociedad en toda mi vida. Lo demás, palidece.
Ayer me encontré con mi coach Luis Hernández en Calzada. Me gustó saludarlo, tomarnos la foto y ponernos de acuerdo para platicar esta semana sobre la manera más conveniente de afrontar el programa. A bote pronto sugirió que el trabajo de fuerza lo realice como más o menos lo tenía pensado: subiendo de la casa, pasar la entrada al Parque Chipinque y continuar hasta Santander, hasta en la caseta de acceso a las colonias privadas de la Sierra Madre. Son casi 9 kilómetros de una subida durísima y retadora. No tengo problemas con la subida. Mi principal preocupación es la bajada.

Ya lo he comentado: ¡soy miedosísimo! Enfrento las bajadas completamente achantado, atemorizado, amilanado. La paso realmente mal en los descensos. Y además, rodar sin escolta, incrementando los riesgos a los de siempre: que un automovilista me arrolle, o que me caiga, pero sumándole además, la de una caída en descenso. No tengo palabras que logren trasmitirte la tensión, la clase de nervios que me invade durante los descensos. Bajar por Gómez Morín, una avenida con flujo vehicular que desciende a toda velocidad, un bulevar cargado de curvas cerradas por la propia naturaleza del terreno, puede provocar que emplee el mismo tiempo en la bajada que en en el ascenso, solo que en el descenso, todo zurrado de miedo.
Podría intentar escribir un ensayo sobre el miedo a los descensos. Googleando encuentras cientos de respuestas al tema. Perder el miedo a los descensos en bicicleta debe ser una materia con numerosos alumnos dispuestos a cursarla. Scott Wilkinson le pone sal a mi herida cuando menciona que “No hay nada más impactante que un accidente a alta velocidad”. En Planeta Triatlón, el triatleta nos ofrece una serie de consejos para superar nuestro más grande temor. Por lo pronto hoy en la tarde pondré en marcha el primero de sus 8 consejos: subiré en la camioneta para hacer un minucioso reconocimiento del terreno. Hace casi nueves años que no subo, y no recuerdo los detalles: baches, bordos, alcantarillas, grava, etc.
Un psicólogo deportivo me dirá que tengo que reconocer y asimilar mis sensaciones para aprender a controlarlas (¿verdad Edgar Albo?). No puedo sacarle la vuelta al tema. Y menos en esta etapa, donde sí o sí tengo que empezar a trabajar en sesiones de fuerza y velocidad. El trabajo de gimnasio es necesario pero no es suficiente. Necesito correr y rodar subiendo cuestas. Y tengo la mejor cuesta que se pueda subir y además, inicia a menos de 50 metros de mi casa, así que no tengo de otra más que iniciar la escalada.
Por lo pronto hoy inicié con 1,850 metros de natación, que los realicé sin parar, de serie única. Así arrancamos formalmente la segunda etapa de este azaroso viaje rumbo a Cozumel 2022. Para mañana tengo programados 40 kilómetros de ciclismo con 5 de carrera. Tendré que rodar en el micro circuito de Fuentes, que no es lo ideal por tanto corte que tengo que hacer por el transito, los Altos en las esquinas, etc., pero no tengo de otra. Antes de escribir este último párrafo llegué de hacer un recorrido en la camioneta por los 8,300 metros de escalada, y mi conclusión es que no estoy listo para enfrentar el descenso. Ya que me llegue el casco -el que estoy usando ya mostró una fractura producto de las dos caídas de junio que no había notado-, los guantes, que ya me resultan indispensables, pues no deseo que el sudor en las manos afecte la posición de mis dedos, que seguro siempre estarán puestos en el freno, y no quiero que se resbalen y las luces de seguridad para la parte trasera de la bicicleta, lo pensaré más detenidamente.
Me he prometido sacarle la vuelta al tema de la pandemia, pero resulta difícil. Se encuentra presente en cualquier medio de comunicación, incluyendo las redes sociales. No llevo la cuenta de la cantidad de amigos de mis amigos que han fallecido durante los últimos meses. No hay semana en que no encuentre en mi muro esquelas presentando respetos a los desaparecidos. Somos tan vulnerables. En fin, esperemos que pronto se reduzcan los contagios, aunque no percibo que la gente limite sus actividades sociales. Las fiestas continúan. Nos vemos pronto.
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